«Nada tan peligroso como ser demasiado moderno; se corre el
peligro de quedar anticuado». Oscar Wilde.
La cuestión central en torno a la
que gira la temática a tratar en esta entrada es la televisión. Y es que la
televisión, cuenta con la posibilidad de ser utilizada a modo de elemento
cultural dentro del proceso de E/A (enseñanza-aprendizaje) que se desarrolla en
las escuelas. Así, prestando atención a la diferenciación entre televisión como
herramienta didáctica y TV contemporánea (a la carta), es posible profundizar
en el conocimiento de un recurso quizás no tenido en cuenta lo suficiente como
para sacarle todo el partido que posee.
Este elemento tecnológico está
muy presente en nuestro día a día y hace real el que casi “no podamos vivir sin
él”. Tanto es así que es posible observar el enorme impacto de las pantallas en
la sociedad actual, las cuales en la mayoría de los casos duplican en número a
los miembros de una misma familia. Pero, ¿nos paramos a pensar en las
características de la TV y las formas en las que la vemos? ¿Somos conscientes
de lo que desde ella se perpetúa y la tan innumerable como inconsciente
variedad de ideas que logra transmitir? ¿Cuánto tiempo empleamos en ver la TV?
¿Y en la escuela?
De esta misma manera, creo
conveniente el hecho de reflexionar acerca de este asunto, ya que posiblemente no
estemos lo suficientemente preparados para leer/decodificar todo lo que es
emitido por la televisión. Para ello, pienso que cada cual debería reparar en
el saber social que hay en ésta, la intergeneracionalidad y calidad de los
programas, los tiempos empleados a través de gustos o preferencias, la
pasividad… Así, es cierto que la TV, partiendo de un espectáculo dirigido con
las funciones de informar, formar y entretener, es capaz de provocar un cambio
en nuestra actitud, la cual necesita ajustarse a una postura de espectador/a,
es decir, aquel individuo que separa con la mirada. La idea aquí va encaminada
hacia la toma de conciencia de quienes pasan largos períodos de tiempo
frente las pantallas. Mientras tanto, en
el ámbito de la educación, los centros educativos hacen uso de la TV y sus
posibilidades en momentos en los que no hay nada más que hacer o como
gratificación. Quizás, este asunto sea más serio de lo que parece y obligue a
pensar en por qué muy pocas personas o, me atrevería a decir, nadie ha sufrido
un castigo sin leer un libro cuando, por el contrario, muchos de nosotros hemos
sido reprendidos sin ver la televisión.
Comentarios
Publicar un comentario